jueves, 26 de abril de 2012


Día 160: Lo que iba a ser Día de Paciencia y cafeína y no me parece del todo el mejor resumen. (26-Abril-2012)

Hace tiempo que no hago esto de empezar a escribir el día antes de que el ingeniero entre a sus mandado.

La última vez que lo hice, podemos encontrar similitudes. El punto de partida es el mismo: No tener ni la más remota idea de dónde está el bicho de la música.

Seguro que también eran tiempos de mucho sueño, de pocas horas de descanso. Esta vez se lo podemos achacar al fútbol y sus circunstancias. Acostarse alterado nunca fue bueno, significa necesidad de tranquilizarse antes de poder dormir y la posibilidad de demasiados momentos para que  a la cabeza se le cruce el cable y claro, reflexionar y descruzar lleva su tiempo; y la noche no dispone de mucho porque el despertador es fiel a su cita.

Despertares que cuestan pero motiva. Satisfacciones, raras costumbres que mantener por eso de las sonrisas.

Ducha y derivados. Con sus luces, sus oídos sordos y esas cosas. Metro, que hoy parece que te espera y una conclusión antes de empezar el día, que  veremos si se gana el papel de ser el título.

“Día de paciencia y cafeína”.

A eso de las 15 horas confirmamos alguna de las tonterías escritas.

Fuenlabrada central, cojo el paraguas.

La última frase antes de bajarme esta mañana del metro era coger el paraguas, ahora, no lo he repetido y evidentemente, el paraguas se ha quedado en el curro.

Cuanto menos, curioso.

Después de tanta historia, vayamos a contar el día.

Empieza como deben empezar los días, con las sanas y buenas costumbres adquiridas. El teléfono interrumpe un poco; pero se soluciona rápido; todas las veces que ha sonado.

Después, durante un rato, hacer eso de trabajar y terminar. Otro rato de teléfono y haciendo hambre para el desayuno. Escaso para variar y nueva faena que hacer, es tranquila, se puede hacer.

No escribo más, creo que salvo el paraguas no me he dejado nada más.

Y ya me está quedando largo.

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