Felicidades
Enhorabuena
Esas serían las dos primeras palabras de este día, de este
maldito día. Algo bueno dentro de mi cabeza. Aunque ya no estoy tan fuerte.
La primera por esas cosas de las sonrisas, poco tiempo pero
intenso. Personas de esas que ayudan a intentar esto de la vida. Sin más,
aparecen y se vuelven importantes. Estas líneas no pasan supervisión, espero
sepas perdonarme las cagadas, no estoy haciendo ningún caso a la cabeza para
escribirlas.
La segunda porque simplemente te lo mereces, tengo el
orgullo de que me llames amigo desde ya hace mucho tiempo y simplemente te lo
mereces. Perfecta como siempre. Me he emocionado.
Ambas dos habéis conseguido que empiece este día, este
maldito día, con ilusión y una sonrisa. Emocionado.
Y este día, este maldito día, es un día de malos recuerdos,
de muy malos recuerdos.
Realmente no por el hecho de “malos recuerdos”, en plural.
Es sólo un mal recuerdo, un mal apoyo que ha evitado tantos y tantos buenos
recuerdos. Ese es el problema.
Últimamente he escrito muchos cuentos que hablan de la
cancha, esa donde tantos y tantos buenos momentos pasé. Hablan siempre en el
mismo tono, hablan de Volver a tener sensaciones. De jugar, de sentirse
importante con algo tan banal como una bola entre las manos…
Y creo que ese es el gran problema. A lo mejor, ahora no
estaría jugando en ningún lado, posiblemente escribiría de que hace tanto me
retiré, pero sería todo por voluntad propia, o por alguna puerta que se cierra.
Pero no, el problema es tan sencillo como la falta de esa oportunidad.
Impotencia, envidia, necesidad… No se, muchas cosas. Una vez
tuve la sensación de volver, y es lo más grande, ahora cojo una bola, tiro
simulando un tiro libre, y entra, cojo el siguiente y entra, el tercero puede
que entre o no. Pero desde el primero, me da igual que entre o no… no me va a
devolver nada.
Mecánica habitual, tres botes, tres dedos sobre las líneas,
impulso, muñeca muerta… y da igual. Le falta añadir la ilusión y las ganas,
esas que hace tanto tiempo se rompieron.
Seguro que hoy me toca escuchar muchos “no es para tanto”,
“menuda tontería”, o incluso algún cercano “¿por qué hoy tienes mala cara?”. Me
la pelan esos comentarios, no trato de que nadie me comprenda, sólo busco un
respeto. Porque por mucho que lo explique, no se puede entender.
Para entenderlo tendríais que remontaros seis años atrás,
seis. Estar haciendo algo que os encanta, os hace disfrutar, evadiros de la
mierda de mundo en la que estamos por un tiempo. Estar haciéndolo, y por un
gesto habitual; dejar hacerlo para el resto de tu vida.
Si queréis sólo tratar de pensarlo, me decís cuantos de
estos 2190 días os habríais quedado en la cama. Cuantos de estos 189.216.000
segundos se os habrían ido las fuerzas.
Hace cuanto habríais abandonado…….
Si este día, este maldito día es 27 de Abril de 2012. Seis años
después del 27 de Abril de 2006. Donde todo acabo.
Malditos recuerdos. Seis años sin sensaciones.
La última vez que me preguntaron sobre este tema, puse como
ejemplo algo ya escrito y recibí la siguiente contestación:
“Creo
que ya lo entendí todo, y comprendo que odies los 27. Pero quizás, cada vez que
llegue un 27, sólo te fijes en lo malo que te pasa, dejando escapar cada
precioso detalle, por pequeño que sea. Mi consejo, deja un poco de lado esos
grandes y malos momentos, y presta atención a las cosas bonitas, y si no las
hay esos días 27, créalas tú mismo.”
El empezar el día felicitándote el cumpleaños puede cumplir
esos requisitos.
El empezar el día viéndote en la tele también es un buen
ejemplo.
Habéis conseguido que empiece el día a otras cosas… pero…
pero ahora ya no estoy tan fuerte.
Este día, este maldito día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario