jueves, 12 de abril de 2012

Sol y Luna, luna y sol


Os voy a contar un cuento

Curiosa situación.

Nuestro niño levanta la cabeza. A un lado el Sol, en frente su amada, la luna; aparece. Debajo un inmenso mar que junta sus reflejos.

Dos amantes tan lejanos, que siempre luchan por estar juntos. Pero son como la noche y el día. Están separados por los momentos que prefieren los enamorados. Esos despertares con el sol apareciendo en el horizonte, ese momento en que se acuesta en el mar. Esa luna, que intenta esperar a su amado, pero que no puede coincidir con el.

Nuestro niño no lo entiende.

Se pasan el día persiguiéndose, el uno a la otra; la otra al uno. Pero no se juntan.

Ha escuchado que la luna tiene muchos novios. Que inspira al hombre, que ella se lleva todos los piropos, todas las grandes frases, son para ella.

Pero aun así, el sol no está celoso, sale todos y cada uno de los días, puntual a su cita. Hay días que las nubes no permiten verle, pero él, en vez de irse con su amada, ahí está por si existe un resquicio que le permite seguir calentando, dando luz, sembrando vida, incluso a los que cortejan a su amada.

La luna, esa mentirosa que engaña con sus formas, si se permite el lujo de darse algún día libre. Quizá se reúna con el Sol, pero eso no lo sabrá nunca, lo esconde en la cara que nunca muestra.

El sol como ejemplo de hombre, la luna como mujer a la que amar.

Una eterna lucha de los que están condenados a no encontrarse, por más que salgan a buscarse todos los días.

Aunque hay días que, uno se retrasa, la otra se adelanta, y el mar como testigo de sus reflejos.

Esas parte de paraíso que muchos envidian, y que nuestro niño disfruta, pero no del todo.

Pero eso lo vamos a dejar para otro cuento. Que este hablaba del Sol, la Luna y sus quereres.

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